
A través de kilómetros y kilómetros de arena nos adentramos en el Sahara, en Mauritania. Nos dirigimos a la reserva de las focas monje, un área militar y además de especial protección. Aquí se encuentra uno de los últimos reductos de la foca monje del mundo, uno de los diez mamíferos en mayor peligro de extinción.
Gracias al programa de conservación de CBD-Hábitat, con el apoyo de la Fundación Parques Reunidos, la población ha logrado recuperar el tamaño previo a la drástica merma
Pablo Fernández, de la Fundación CBD-Hábitat cuenta que las focas “son una especie que ha sobrevivido en un hábitat refugio, que son cuevas. Eso les ha permitido sobrevivir, pero les ha traído otros problemas nuevos, como una mortalidad de crías muy alta. Es una especie en peligro crítico de extinción, de la que quedan menos de 600 animales en el mundo y aquí, donde estamos, se concentra más de la mitad de la población mundial. Aquí está la mayor colonia que sobrevive todavía en todo el planeta de esta especie.”
Las focas acaban de tener crías, un momento de especial vulnerabilidad. Por eso, el seguimiento es continuo a través de cámaras instaladas en las cuevas, así como acercándose al animal. El sistema de cámaras permite detectar las crías que están abandonadas, focas adultas con problemas, así como realizar el seguimiento de partos en directo y realizar la identificación de cada animal.